31 diciembre 2016

Adiós 2016

Cada fin de año, me gusta ponerme reflexiva, analizar como me fue durante los 365 días que concluyen, con mis propósitos de años nuevo, con mi vida en general. No es que haga rituales chamanescos, sólo procuro tener una conversación conmigo y después compartirla con ustedes, porque siempre es importante mirar hacia atrás, para darnos cuenta que no vamos tan mal.

Comencé el año con uno de los comentarios más desagradables del mundo, a un tipejo se le ocurrió decirme que mi cara era fea, y probablemente lo sea, pero absolutamente nadie le pidió su opinión sobre mi aspecto físico, como sólo yo, no pude dejar las cosas así y armé una revolución, trayendo como consecuencias el apoyo y bonitas palabras de las personas que me leen, agradecí a cada uno de ellos y seguí adelante. Acepté que soy una drama queen, me hice de mi primer prenda de ropa nacional, y un tantillo experta en conseguir vuelos a precios baratísimos.

Llegó febrero, me fui a Durango, me encontraba estresada, sabrá Dios de qué, decidí alejarme de mi pequeña gran ciudad, y reencontrarme con mi familia paterna después de más de 5 años sin saber de ellos; me encantó el viaje, entendí muchas cosas de mi forma de ser, en especial, el porqué de mis caderas.

Marzo y me dejo de clichés de belleza, primero me vuelvo rubia, contra cualquier ser humano que diga que la gente morena no debe hacer eso; después me niego a usar maquillaje y comienzo a ignorar el constante ataque hacia mis pecas, a mí me gustan, y al que no, pues que cierre los ojos porque es imposible hacerse el loco y no verlas. Pero este mes, es y será recordado por siempre, porque comencé a dar clases de Historia de la Moda, me había propuesto trabajar mucho, y esto se cumplía gracias a mi esfuerzo y dedicación.

Abril, Mayo, Junio y Julio van de la mano, comienzo a salir con alguien, y me desencantó más rápido que tarde, sólo pienso "Maldito Freud", y me regreso al lado obscuro, eso de salir con alguien es muy complicado.

Agosto y Septiembre se me vuelven chiquitos, por aferrada, opto por volver con el que alguna vez llamé el amor de mi vida, y el tiempo se me pasa volando, yo sabía que por algo no debíamos estar juntos, pero he visto tantas películas de amor que me creído todo. No funciona y B me lleva a conocer The Oldest McDonalds y The Artistry of Outlander, mi primer exposición de moda.

Como por Octubre, comienzo a dar clases particulares, uno de los reto más grandes del año y una de las cosas más felices que me han sucedido.

Noviembre de análisis, mes de preguntarme ¿qué le diría a mi yo de 15 años? y sobre todo, el mes de conocer Guadalajara, mi ciudad favorita, hasta el momento. Reafirmo mi amor por conocer mundos distintos al mío.

Llega la mitad del doceavo mes, y me subo a un camión rumbo a Durango, 36 horas de viaje después, me encuentro en la tierra de los alacranes, feliz, feliz, feliz, disfrutando de tener en común algo más que el apellido con alguien, caminando por las calles sin parar, aprendiendo que camión sube y cual baja, sin la idea exacta de cuando volveré.

Y así termina mi año, con 24 años, 10 libros leídos, medio rubia, en una ciudad que no es la mía, con toda la intención de volver al gimnasio cuando vuelva a Tijuana, feliz por los viajes realizados y con una lista de próximos destinos, viviendo un fin de año diferente, uno sin tanto drama, uno sin melancolía, uno con uvas, vino, cena fancy y muchos propósitos.

Cada año se distingue por algo en específico, este ha sido un año de introspección, un año menos superficial, un año de mucho trabajo y mucha lectura, un año aventurero, un año de embellecer interiormente.

Nos vemos el próximo año.

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