22 julio 2017

Migración, Tijuana y otros temas que tengo en la cabeza


El fin de semana pasado, tuve la oportunidad de asistir a FotoFilm Tijuana con las chicas del cable, pasando un día rodeada de cine y fotografía. Principalmente, tengo entendido, íbamos en la espera del documental "Mientras vivo en Tijuana. Caso Haití" producido por JN, en el cual se retrata la situación que vivieron los haitianos al llegar a Tijuana hace unos meses.

Durante los 20 minutos que dura el documental, se logra conocer la perspectiva de los migrantes haitianos y los residentes tijuanenses, causando (por lo menos en mí) un nudo en la garganta, en el estómago y el corazón.

Como por octubre del año pasado, Celeste y yo decidimos ser voluntarias en el Desayunador Salesiano "Padre Chava", en realidad no había mucho que hacer, casi todo estaba resuelto para cuando llegamos, así que nuestro voluntariado se basó en jugar con los niños. En esa ocasión sólo pude pensar, Tijuana es una ciudad que apoya, que ayuda, que te hace crecer.

Por lo tanto, al escuchar durante el documental a una residente tijuanense quejarse por la llegada de los haitianos y su estadía en la espera de cruzar a USA, fue como si reventaran mi burbuja de felicidad y me mostraran una Tijuana que no conocía, una Tijuana que le "pertenece" a ciertas personas, de lo cual no culpo al documental, sino a mi ingenuidad.

Después de ahí, continuamos con la película "La habitación" (no, no la gringa), donde se mostraba a una familia oriental llegando a la CDMX (antes DF) como por los años 40, tras la violencia y persecución vivida en Sonora, y ya fuera de mi burbuja, recibí una patada de parte de la cruel realidad.

Como es bien sabido, Tijuana se caracteriza por ser una ciudad de migrantes, constantemente gente llega y gente se va, y los que se quedan, en realidad, nunca fueron de aquí, y me incluyo. Nací y crecí en dicha ciudad, gracias a TODA mi familia duranguense que "decidió" inmigrar; me enamoré de ella como todo ser en este mundo, a los 18 años, cuando me animé a aventurarme a conocer sus más recónditos recovecos, pero fue hace unos 4 años cuando comencé a amar a mi ciudad tal como era, gracias a su verdadera esencia, su gente, que no necesariamente era tijuanense de nacimiento.

Hace unos días, recibí un mensaje de Li (mi primer roomie), en este momento anda en Las Europas:

Apenas escuché que aunque conozcas muchos lugares, y viajes y vivas en miles de ellos...solo hay uno que lo sientes tuyo, una ciudad que es parte de ti aunque no vivas ahí, aunque no seas de ahí, para mí, esa ciudad es Tijuana.

Día a día, noto como las personas más agradecidas con Tijuana, en búsqueda de promoverla, son personas migrantes, porque no será la mejor ciudad del mundo, pero es una ciudad noble, dispuesta a abrirte las puertas para hacer todo aquello que te propongas, ya que aunque no puedo negar que existen personas listas para poner el pie, soy consciente de que no todos los tijuanenses tienen esta perspectiva xenofóbica, y están listas para echar la mano.

Una vez, alguien en mi trabajo mencionó que tenía una extraña tendencia a querer "salvar" personas, lo cual fue dicho como algo negativo, y así lo creí, pero analizándolo de nuevo, ¿qué hay de malo con querer ayudar? ¿con querer hacer la diferencia en un mundo que cada vez se pone peor?

Tranquilos, no soy una fatalista, simplemente intento poner mi granito de arena, apoyar cuando puedo hacerlo, y rodearme de personas que inconscientemente viven esta misma filosofía de vida, como A que me da dinero para donar a las personas de escasos recursos; como G que alimenta a los perritos que ve en la calle y les busca hogar; como BB que no utiliza popotes para sus bebidas, porque no podemos cambiar todo de golpe, pero podemos hacer pequeños cambios que poco a poco serán significativos

Nos vemos en el próximo post

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