10 mayo 2016

Madre

Desde hace algunos años dejé de celebrar el día de las madres, fingía que esta fecha no existía, para mí representaba tristeza, hasta hace unos meses, específicamente desde que viajé a Durango, las cosas cambiaron, no esperaba esta fecha con ansias, pero dejé de tenerle "rencor", y por ellos quise darle un pequeño espacio a mi madre.

Durante mi adolescencia la comunicación con mi mamá no fue muy buena (era una chamaquita rebelde), dicen que uno pelea con quien más se parece, y ese era nuestro caso, pero de un tiempo para acá comencé a valorar muchas cosas, y me di cuenta que efectivamente "he tenido la madre más mala del mundo", pero sus enseñanzas y regaños (porque es bien regañona), me han hecho ser quien soy, y será el sereno, pero me siento bien orgullosa de mí.

Entonces, no quería dejar pasar este día sin darle un espacio en este blog a mi madre (aunque tengo entendido que no me lee), y agradecerle por convertirme en la mujer que soy, por enseñarme a luchar por lo quiero y ponerme las cosas difíciles; hacerme saber que en esta vida nada es gratis y que si quiero algo yo sola puedo conseguirlo; por hacerme saber (muy a su manera) que me ama con todo su corazón.

Al despertar, fui al cuarto de mi mamá y después de felicitarla, le pregunté:

-Ma, ¿siempre quiso ser mamá?-
-Yo siempre le hecho frente a las desgracias-

Y en ese preciso momento me di cuenta que mi mamá es bastante rara, y por fin entendí de donde venía mi humor negro.

Madre, feliz día.

P.D. Mi papá se creía John Travolta, por favor no lo juzguen.

No hay comentarios.

© VENTANA VARIABLE
Maira Gall