21 enero 2017

Review -Mujeres de Ojos grandes-


Había quedado de verme con Celeste, mi blogger friend, en Praga para hacer una no celebración de mi cumpleaños, ese 11 de octubre no me sentía muy festiva, no es que tuviese crisis de edad o que creyera que no era importante, simplemente me sentía tan feliz que nada me faltaba en este mundo, ni siquiera un pastel de cumpleaños.

—Ábrelo, ábrelo — me dijo emocionada, entregándome una bolsa de la librería Gandhi, teniendo como contenido el libro "Mujeres de Ojos Grandes".

Hace casi 4 años, cuando iniciaba este blog, cuando mi escritura era de 3 pesos, les hice un post de mujeres mexicanas que me inspiraban (y me siguen inspirando), en éste hablaba de Ángeles Mastretta, por encimita, es más, no dije nada, no tenía mucho conocimiento, Arráncame la vida y la historia de la tan famosa tía Cristina, era lo más que había leído de ella, así que ese 11 de octubre, al llegar a casa, comencé mi lectura y terminé 5 días después.

No es que sea una lectora velociraptor, o que la novela carezca de contenido como para terminarlo en una sentada, simplemente la novela, mejor dicho, las 37 viñetas son bastante digeribles, no se usan palabras rimbombantes como a las que Jane Austen me acostumbró. Angeles Mastretta, como siempre, se apoya de una escritura coloquial, con palabras que logran tocar cada fibra de tu interior, que te hace sentir que tú o algún conocido ya usó.


Lo que vuelve esta novela un clásico de clásicos de lectura femenina mexicana (para no generalizar tanto), es la facilidad con la que una puede sentirse identificada con la vida de alguna de las 37 mujeres poblanas que se dan a conocer. Primeramente por el uso de la palabra tía, al menos en México es muy fácil que vuelvan tía/o a uno, aquí esa definición no es exclusiva para la hermana de alguno de tus progenitores, la prima de tu mamá/papá se vuelve tu tía, la hermana de tu abuela/abuelo se vuelve tu tía, incluso la mejor amiga de tu mamá/papá se puede volver tu tía, y no es que usemos ese término a la ligera, pero así somos los mexicanos, al que no es pariente lo volvemos, por la simple y sencilla razón de que nos encanta hacer sentir a las personas como parte de nuestra familia.

A diferencia de muchas narraciones sobre mujeres que vivieron a mediados del siglo XX en México, que suelen ser mujeres sumisas, oprimidas por la cultura machista, Mastretta nos presenta a mujeres fuertes, empoderadas, que claro que sufren, pero que salen adelante. Durante 37 viñetas podemos conocer a mujeres valientes, con pensamientos y voces fuertes, que logran involucrarse en nuestras vidas, tocando temas como amor, infidelidad, familia, sexualidad, temas comunes y corrientes. Tías de todos, tías de nadie.


Nunca me ha gustado que me gusten las cosas que les gustan a todos, unos dicen que soy alternativa (¿qué fregados significa eso?), yo digo que soy contreras, o sea, me encanta seguir la contraria, por la tanto la tía que se enamoró como una idiota no se volvió mi favorita, no causó nada en mi interior, no me creí inteligente ni enamorada, porque claro que todas queremos sentirnos inteligentes y echarle la culpa a algo por nuestra metida de pata cuando de amor se trata, pero yo no, así que les dejo mis tías favoritas con mis fragmentos favoritos.

Tía Fátima
Me atravesó la vida con su vida y no habrá quien me lo quite de los ojos y el alma. Aunque se pretenda muerto. Nadie puede matar la parte de sí que ha hecho vivir en los otros. 

Tía Cristina.

-Ya no te pelees con los hombres, Cristina- dijo su madre-. ¿Quién va a ver por ti cuando me muera?
-Yo, mamá, no te preocupes. Yo voy a ver por mí.


Tía Clemencia.

—Yo creía que tú habías entendido hace mucho — le dijo.
—¿Entendido qué? — preguntó el otro.
—Que en mis planes no estaba casarme, ni siquiera contigo.
—No te entiendo —dijo el novio, que era un hombre común y corriente—. ¿Quieres ser una puta toda tu vida?

Mastretta no llega a la vida de uno sin mover algo dentro de uno, yo lo he comprobado dos veces, la primera vez, me hizo escribir una historia que titulé "Sin título 12" (da clic AQUÍ para leer mi historia), y la segunda vez me hizo chillar como una chillona.

Nos vemos en el próximo post

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