06 junio 2018

Eres el amor de mi vida, pero es que ahora me vienes fatal


La primera vez que leí la frase "Eres el hombre de mi vida, pero es que ahora me vienes fatal", encontré muy interesante la idea de Sara Herranz, consideré que era la perfecta forma de terminar una relación sin dejar (tantos) daños colaterales, en resumidas cuentas, el pretexto perfecto, pero ¡Oh, sorpresa! a veces, sólo a veces, más que una sorpresa es una realidad.

A mí me enseñaron que el amor todo lo puede, que el verdadero amor perdona y no abandona, y demás frasesillas cancioneras que hicieron que mi vida romántica fuese regida por algo llamado "cursilería". Pero mi misma vida romántica se ha encargado de enseñarme que a veces las cosas no salen como uno quiere, que por más que uno sea el amor de la vida del otro (por exagerar y sumergirme en el cliché romántico más cliché), a veces, la chancla simplemente no apunta pa'l mismo lado

—Después del lugar muy lejano me voy a otro lugar más lejano —dijo JD tras ver RPO (la película decepción más grande de mi vida), y lo supe, tal vez no estaba muy segura de lo que quería, pero sabía lo que no quería, y no quería irme a congelarme en alguna ciudad extraña.
—¿Cuándo te vas? —quería que mi corazón se fuese acostumbrando a que esto simplemente estaba a destinado a no ser.
—¿Por qué no te quieres ir conmigo?
—El contigo no es el problema.

Yo siempre dije que cuando conociera a ese alguien y ese alguien tuviese que irse al fin del mundo, me iría sin pensarlo, probablemente porque vi Pretty Woman desde muy chiquita, pero hace unos días vi Runaway bride, y escuché el discurso más bonito del mundo:

"Huía porque no sabía quién era, que quería, porque no sabía que quería", y no quería mostrarles algo que en realidad no era. 

Probablemente sea que acabo de entrar en algo llamado "La crisis de (después de) los 25" (lo acepto, lo abrazo y me pongo la camiseta), y dicha crisis me ha hecho el replantear mis prioridades, las cuales han puesto con mayor peso mi vida laboral, y en este momento, las cosas me "prohíben" dejar la ciudad donde vivo.

—Me escribieron del trabajo lejano que había estado esperando.
—Tú, date. —me dijo todo tranquilo y despreocupado, actuando como actúas cuando finges que algo no te importa, y me dio un beso en la frente, del tipo de beso que das cuando quieres decir tanto, pero no puedes decir nada.

Desde niña he tenido como referencia de relationship goals (porque millenial) al hablar de amor verdadero, a mis abuelos, 56 años de casados (y contando), de aquí para allá y de allá para acá juntos y de la mano, ¡qué chulada! ¿no creen? ¿en serio? ¿lo creen? yo ya no lo sé.

—No es fácil, flaca, — dijo mi abuelito — a veces toca ceder, y a veces toca ceder cuando no se quiere, cuando se tiene la razón.

Pero me pregunto, ¿quién cede cuando de sueños o metas se trata? ¿Te acoplas a su plan de vida o se acopla a tu plan de vida? ¿Se hace un nuevo plan?¿O aceptamos que no ceder y guiarse por los sueños propios no está mal, que no implica menos amor, que dejar ir sin reproches y aceptar que nadie pertenece a nadie es la mejor forma de demostrar amor; que amor hay y mucho, pero en este preciso momento, el estar juntos nos viene fatal? 

Yo creo que la vida es un albur, y aunque alguna gente está destinada a bailar por el resto de la vida, a veces el tiempo se equivoca, y hay de tres, pichamos, cachamos o dejamos batear. 


 

Nos vemos en el próximo post.


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