29 diciembre 2019

Adiós 2019

Comienzo a escribir y me cuesta un poquito más que antes, tal vez sea porque han pasado meses desde la última vez, porque me ha tocado adecuarme a nuevo teclado o porque ha llegado el momento de introspección, de tomarme los últimos días del 2019 para hacerme las preguntas de cajón:
¿Estoy dónde quiero estar? ¿Soy la persona que quiero ser? ¿Qué hice y qué me faltó hacer?

Y es que así es uno y con la edad empeora. Seguimos cuestionándonos todos, y lamentablemente terminamos siendo nuestro peor crítico.

Pero vamos, que he decidido hacerlo diferente esta vez, he decidido jerarquizar las interrogantes de manera diferente, por primera vez quiero enfocarme en el agradecimiento, después de eso puede venir lo demás.

Le doy un sorbo a mi licuado de plátano y le subo a la canción ñoña que mi Spotify con sus algoritmos ha elegido (Chocolate/Jesse & Joy).

Pienso en este 2019, y lo encuentro como un año dividido dos semestres, el primero puede ser titulado como: "Hacer lo que amas" y el segundo: "Amar lo que haces".

Primeramente me dediqué a pensar en mi yo hedonista, levantarme de mis rechazos laborales y dedicarme a lo mío, a crear, a enseñar, a transmitir todo lo que he aprendido, ya fuese que hablase de moda, de confección, de amor, de relaciones, de paz mental. Conocí a nuevas personas y volví a conectar con las que había dejado el verano pasado. Tomé mucho café tijuanense y visité muchos lugares que había extrañado. Me llené de toda la comida garnachera que pude. Besé mucho, besé rico. Volví a perrear y salir hasta las 2AM. Conocí lo que es formar parte de la familia de quién amas, y que esto no tiene que tener connotación negativa. Caminé mucho por calles que aunque conocía de toda la vida me parecían tan distintas, como un turista que se prepara con antelación para no perderse, pero que saber que una vuelta a la derecha en lugar de hacia la izquierda, puede terminar perdiéndonos para siempre.
Fin del primer semestre.

Llega el verano, me da el aire en la cara y termino en un  aeropuerto con una maleta llena de casi nada y de la mano de JD, digo adiós a Tijuana, a mi México, a todo y todos.

Un nuevo mundo, un nuevo hogar, nueva gente, nueva comida, lugares que había conocido un año atrás, pero que se sentían tan míos, tan de toda la vida. Las cosas fluyeron como se suponen deben fluir, con problemas que siempre tienen solución.
Logré hacerme una vida nueva, que en cuestión de semanas personas que jamás me habían visto comenzaran a confiar en mí, que valoraran lo que soy, no de dónde vengo ni lo que hice, y aunque todo esto va junto con pegado, al estar lejos de los que te conocen, de los que te entienden, lo primero es fundamental para sentirse como en casa.
Viaje mucho, dormí más, besé mucho más. Extrañé mucho, lloré más, hablé mucho más.

Por lo tanto, sólo toca decir: agradezco por los que están, por los que se fueron, por los que siguen en la distancia. Agradezco por los que creyeron en mí, por los que no. Agradezco por lo que comí, por lo que viví, por los lugares que conocí. Agradezco por mí, por ser llorona, por ser valiente, por permitirme amar, por seguir creyendo, por mi capacidad de asombro. Agradezco por querer más, por echarme porras, por ser mi mejor aliada, por dejar atrás, por lograr entender que aunque las cosas no salen como esperamos no significa que las cosas vayan mal.

Y para las demás preguntas.
Sí. Sí. Todo. Nada.

Mi querido 2019:
"Soy feliz por lo que hiciste de mí".

Nos vemos en el próximo post.

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