07 junio 2020

Cubrebocas: the new fashion statement




La nueva normalidad (me sigue dando ñañaras pensar en ese concepto tan basado en todo menos en el bien común) ha llegado a inicios de este mes, y a diferencia de lo que esperaba me provoca más pavor que el seguir en casa en cuarentena, porque las medidas de prevención (por lo menos acá) han pasado a ser opcionales o en el caso de los cubrebocas, the new fashion statement.

Fue en 1890 cuando el primer cubrebocas apareció para protección de médicos ante bacterias transmisibles y cirugías, tuvieron que pasar casi 30 años para que llegara al alcance del mundo tras la gripe española.

Entonces, echando cuentas, han pasado 100 años desde que el uso de cubrebocas se volviera un símbolo de protección, los cuales han sido ignorados desde el día que se dio a conocer el primer caso en el mundo, es que a veces la gente es insensata y el capitalismo tiene sus objetivos muy claros, y la industria de la moda es muy consciente de ello (¿verdad, Hugo Boss?).

Si bien, el cubrebocas de lujo hizo su aparición en pasarelas en el año 2014, gracias a la diseñadora Masha Ma en búsqueda de crear conciencia sobre la contaminación en Pekín (échenle un ojo), bastó que se mencionara por primera vez la expansión del virus y la aparición de Billie Eilish en los Grammys con su cubrebocas Gucci (aumentando su demanda un 42% en 24 horas en la plataforma Lyst), para que las casas de moda lanzaran sus propios cubrebocas.

Destacando por sus diseños originales y los precios más estratosféricos, en su mayoría, los cubrebocas de lujo no son adecuados como medida de precaución ante la actual pandemia, lo cual nos confirma que a veces la moda duele.

El cubrebocas no tardó en seguir su evolución (como buena pieza it) y logró en cuestión de semanas volverse una pieza popular, primeramente con los diseñadores de modas poniendo en pausa sus colecciones para realizar cubrebocas que pudiesen ayudar al sector salud, tales como Christian Siriano; teniendo como continuación su aparición en marcas pequeñas e incluso personas que jamás habían tomado una máquina de coser, que al igual que las casas de moda en París, vieron la demanda de este producto como la solución a las ventas bajas y al desempleo que ha ocurrido en los últimos meses.

Lamentablemente, la venta del producto en precios ridículamente bajos (esto por el uso de material económico no adecuado para cumplir al 100% su función de protegernos y proteger a los demás), las personas no se detuvieron a cuestionarse qué estaban comprando (al igual que cualquier mujer usando hombreras en los años 80), cumpliendo con la segunda regla de una pieza de moda del momento, evitar cuestionarnos la verdadera razón por la cual se está utilizando y sólo guiarse por lo visualmente agradable que puede ser.

Lo cual lleva a preguntarse las intenciones de la gente que se involucra en la comercialización de este producto.

¿Realmente quieren ayudar o sólo están aprovechando la oportunidad del momento?

Con mi experiencia como diseñadora de modas y mi conocimiento en materiales textiles, sólo puedo inclinarme más por la segunda opción. A diferencia de las colecciones de moda que estamos acostumbrados a ver, donde existe una estrategia y un interés por el contenido que se comparte para generar un consumo, la venta del cubrebocas no cuenta con una campaña organizada, simplemente fue un: ¡Hey, mírenme, yo también vendo cubrebocas!

Y entiendo, momentos desesperados nos llevan a medidas desesperadas, y la desesperación (por falta de dinero, de información) y el temor (provocado por la incertidumbre) te nublan el juicio y terminan ocasionando la toma de decisiones precipitadas y desacertadas.

Lo que no estamos viendo es lo que conlleva la comercialización del cubrebocas en el mundo de la moda, porque al "meterle diseño", más que innovar, estamos poniendo en segundo plano su función principal, recordarnos que estos tiempos son inciertos y el uso de un cubrebocas funcional es necesario, y lo sé, nadie quiere estar pensando en que (hasta el momento) el coronavirus nos supera y no existe una solución concreta (ojalá los personas de Grey´s Anatomy fueran reales).

A veces, me pregunto si las personas realmente se preocupan por su bienestar, si se detienen a pensar en lo que está sucediendo o si prefieren taparse los ojos, porque el cubrebocas, con sus distintas presentaciones, sólo sacan a relucir que lo que decidimos usar (o no) va unido a lo que queremos decir sin tener que usar palabras; algunos podrán expresar un "me cuido y te cuido", otros un "no sé como usarlo", y otros su apatía hacia al uso de éste.

Para ser honesta, temo que esta pieza termine formando parte de la vida cotidiana aunque ya no cumple su función principal, tal y como pasó con los lentes de sol y los sombreros.

Tranquilo, que el cubrebocas no te queda...no, espera, mejor seguir usando la analogía del saco.
Nos vemos en el próximo post.

1 comentario

Pablo Parra (Fungi) dijo...

Hola! Súper bueno este post y tu punto de vista sobre un tema que está apareciendo por todos lados, yo también me di cuenta de que ya todo mundo está vendiendo cubrebocas pero como dices en muchas ocasiones se antepone la parte estética y se nos olvida que tienen una función y en este caso una función que no se debe dejar de lado.

Es como algunas marcas que lanzaron sus geles antibacteriales pero no llegaban al porcentaje recomendado de alcohol jaja.

Creo que si bien se puede hacer un statement no hay que olvidarse de la parte primordial y nosotros también investigar antes de comprar una opción.

PS: Yo también odio eso de "la nueva normalidad", aquí parece una carrera para ver a que hora se pueden volver a hacer ciertas cosas :/

Abrazo de lejitos!

Pablo
www.heyfungi.com

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